jueves, 9 de marzo de 2017

"DEJEMOS DE PERDER EL TIEMPO" (LId Editorial)

Ayer se presentó el libro "Dejemos de perder el Tiempo", cuyos autores son Ignacio Buqueras y Jorge Cagigas. Lid Editorial ha respaldado su edición y difusión.


Intervino Joan Rosell, prologuista de la obra, recalcando mensajes que no por ser de siempre tienen menos actualidad.

Y aquí voy a incidir: ninguno de los mensajes -a falta de encontrar algo original en su contenido, tras su lectura- son una fórmula mágica para hacer de los horarios y la gestión del tiempo en España un área medianamente llevadera. Nuestro caos es bastante avanzado y sólo nos salva -en mi opinión- el buen clima. Al final del comentario me arriesgaré a formular algunas ideas acerca de las posibles soluciones a este grave desorden mental y biorrítmico que sufrimos por estas tierras. Ahora, adelantaré algunas ideas que me gustaron de las diferentes intervenciones:

Me encantó Carmen Posadas. Confesó que en todos los años que lleva viviendo en España, jamás ha podido adaptarse a nuestros horarios y que sigue las pautas de su Uruguay natal. Fue muy interesante su observación: "en España iniciamos el horario vespertino de trabajo, cuando en el resto de Europa se acaba la jornada laboral". Cierto. Yo cambiaría los horarios sólo por ver sonreír a esta mujer de tanta clase y altura intelectual, pero hay que ser más serio y reconocer el fondo de lo que expresó. Dijo otras cosas de la incidencia de esta locura en las mujeres, pero esto es harina de otro costal.
Ignacio Buqueras empezó con una rotunda frase : "Un minuto vivido es un minuto irrecuperable" Vivámoslo para bien. Este paladín de la racionalización de horarios lleva intentando convencer a nuestros gobernantes de tres puntos fundamentales: el cambio de huso horario, la modificación de la parrilla de prime-time en las televisiones y un tema más cultural que gubernativo, como es el de las reuniones con hora de inicio y fin dentro de un rango racional. Como él bien dijo, sólo se ha encontrado a un ministro mínimamente sensible -Jordi Sevilla- y duró poco. Con estos mimbres, pocas alforjas se pueden hacer, pero hay que reconocer el tesón de Buqueras en su misión.
Jorge Cagigas cerró el turno de intervenciones con unos amables agradecimientos y la reiteración de que el objetivo por alcanzar no es racionalizar, sino optimizar horarios. Pero lo que más me interesó fue lo que puso en labios de la Reina Letizia, cuando ésta concedió una audiencia a los miembros de la Comisión de larguíííííí´simo nombre que persigue la racionalización de horarios en España: "Si ya se conoce todos los argumentos y razones que avalan estas propuestas de la Comisión, ¿por qué no se avanza en la práctica?"

Majestad, no sé lo que le contestó Jorge, Ignacio u otros distinguidos autores. Mi opinión es que no se avanza por un conjunto de razones enquistadas en nuestro día a día:

1. Confundimos el plano laboral y el personal. En más casos de los deseados, los amigos, colegas, etc. del trabajo son una extensión de nuestra vida privada. Los cafés, conversaciones en los pasillos, comidas con compañeros, confidencias personales en las máquinas de "vending", críticas al jefe fumando varios pitillitos en las zonas para fumadores...son un elemento cultural que tiene su faceta positiva, pero que también contribuyen a alargar con tiempos no "productivos" nuestras jornadas.

2. Según datos de editoriales, el 45% de los españoles no abrió las páginas de un libro en el año 2015. Tampoco en 2016 debió mejorar mucho el dato. Si embargo, en ambos años, la cuota de espectadores de pogramas de televisión que se emiten en horarios "primetime" a partir de las 21h no cesó de crecer. No hay muchos alicientes para llegar a casa y realizar otras actividades que contribuyen a nuestro descanso.

3. En mi propia experiencia y en lo que conozco de muchos padres, la carga de deberes de nuestros hijos y el contenido de los mismos hacen que nos convirtamos en profesores especializados en lexemas y morfemas, derivadas o cálculos con fracciones, organismos eucariotas o procariotas o fluidos habladores de inglés y francés. Volver a casa supone tener que enfrentarse a una carga de trabajo filial, ordenada por colegios que siguen programaciones educativas basadas en una carga de contenidos de gran volumen y de extensa cantidad que no tienen nada que ver con lo que nuestros hijo van a tener que utilizar el día de mañana y que suponen para los padres un sobreesfuerzo adicional muy considerable. No es muy motivante, aunque sirva a los centros educativos para obtener grandes resultados en pruebas de nivel o en la Selectividad.

4. Nuestro mercado de trabajo induce a una presión desmedida de agradar a nuestros jefes con la práctica del presentismo. Si hay que estar en la oficina hasta que el equipo de limpieza venga a pedirnos permiso para vaciar las papeleras, allí estaremos fieles en nuestros puestos. Arriesgarse a perder el puesto por no calentar la silla, supone enfrentarse a una selva laboral en la que no será fácil sobrevivir; sobre todo cuando ya tenemos una cierta edad.

No basta, en mi opinión, con predicar la "optimización de horarios". Aún siendo necesarias ciertas medidas, hay que empezar por atajar los miedos y las resistencias cultirales, educativos y de entretenimiento que salpican nuestras vidas profesionales de españolitos.

Pero prometo leer el libro y aprender de los expertos, que llevan tantos años recibiendo heridas de guerra en esta lucha. Enhorabuena y que vendan muchos ejemplares, que provoquen cambios para "dejar de perder el tiempo"




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