Tras unos preámbulos acerca de si nos encontramos o no ante una cuarta o quinta revolución -que yo no llevo ya la cuenta- , me quedó la conclusión mental clara de que este gran cambio se ha operado ya en nuestras vidas diarias, pero tiene un tenue reflejo aún en la realidad de nuestras organizaciones. Los expertos no se ponían de acuerdo, pero no hace falta: es un hecho que el poder que tenemos como consumidores, creadores de opinión, potenciadores de tendencias, no se corresponde con esas mismas facetas en las entrañas de muchas de nuestras empresas. Mi impresión es que la vida diaria de nuestras organizaciones no puede aún asumir tanta descentralización del poder de decisión, de asignación de recursos, de definición de prioridades, de evaluación de resultados, de selección de participantes, como es perfectamente factible en un mundo de individuos soberanos, que es el que vivimos en la Red.
FRANCISCO RUIZ
Otro asunto que abordaron los ponentes y que también se evocó en el debate fue el del desfase entre el actual modelo educativo (individualista, centrado más en contenidos que en métodos, focalizado en la expresión escrita por encima de la oral y de la de escucha, con evaluaciones tradicionales basadas en el método "problema/respuesta" y desarrollado por medio de la siembra colectiva y del "café para todos") y el que están buscando desarrollar las empresas por imperativo de mercado (cocreativo, basado en procesos ágiles que filtren y canalicen una información que está al alcance de casi todos, con evaluaciones periféricas y no sólo jerárquicas, con métodos de trabajo basados en conversaciones, con itinerarios profesionales individualizados), ese desfase es como la Fosa de las Marianas y no es suficiente con acusar a los poderes públicos de que no construyan puentes para superarlo.
ANNA VILA y VALENTÍN BOTE
Los poderes públicos, los partidos políticos, los dinosaurios administrativos no están en esa guerra. Están, mayoritariamente, en el "síndrome del estibador": perpetuar derechos adquiridos, sistemas anquilosados, transmisiones de situaciones de privilegio, etcPero es que, lamentablemente, tampoco el sector privado recibe con los brazos abiertos los intentos valerosos de cubrir esta brecha. Mi hermano trabajó hasta hace poco en un colegio privado que intento implantar entre sus alumnos una pedagogía con tintes disruptivos, que pretendía fomentar muchas de las habilidades necesarias para el éxito educativo en relación con los nuevos sistemas de trabajo. No entraré mucho en detalles: la oposición más feroz fue -por orden de aparición en escena- la de los profesores (que no aceptaban un cambio en sus métodos de trabajo) y...¡la de los padres!, que no entendían esas "cosas raras" que estaban implantando en el colegio; padres, por otra parte, con un nivel educativo y profesional elevado. Saturno devora a sus propios hijos, en cuanto éstos alzan la voz.
BERNARDO HERNÁNDEZ
Cuando se habló de "profesiones del futuro" , que era el tema central del evento, no hubo ninguna referencia, que se separara de la lista de las ya archimencionadas en foros y artículos: STEM, Experiencia de Cliente, Programadores.... Sin embargo, no se abordó un tema que a mí me parece capital: cuanto más de avanza en la Inteligencia Artificial, más se profundiza en el "funcionamiento" de la Inteligencia Humana Natural y más claramente aparece la limitación de muchos de estos fascinantes desarrollos al toparse con procesos en los que la Empatía, la Intuición y la Calidad de relaciones interpersonales están presentes. Por eso, además de las tradicionales profesiones "técnicas", creo que va a ser crecientemente necesario el desarrollo de profesiones en las que sus titulares sean personas que investiguen, adquieran y practiquen profundas y ricas actividades y comportamientos que afecten positivamente a otras personas. No son Humanidades; es algo mucho más profundo.
Yo lo he bautizado en mi santoral terminológico como ANTROPOPEDIA. Pero ésta es otra Historia y otro día hablaré de ella.
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