(...)
Y tanto se enfrascó en la navegación y
en la alerta internauta y en la ingesta compulsiva de composiciones
inspiradoras, esotéricas y autoadyuvantes, que se le pasaban las noches de
tarifa plana de claro en claro y los días de lectura de turbio en turbio; y
así, del poco dormir y del mucho navegar se le secó el cerebro de tal manera,
que vino a perder el juicio. Llenósele la fantasía de todo aquello que
absorbían sus neuronas, así de foros y discusiones, como de posts y banners, chats y links y todo lo
que allí aparecía lo daba por cierto y para él no había otra historia más
cierta en el mundo.