jueves, 11 de octubre de 2007

PREMIO AEDIPE 2006

Estuvo bien el escribir ese artículo y el ganar el premio por reivindicar el buen humor en la gestión empresarial

“LIDÉRESE A SÍ MISMO...LIDERÍASE DE SÍ MISMO ”
(Extracto de Presentación)
 

Liderar, dirigir es una tarea apasionante. Pero también puede ser una actividad despegada de todo lo que valoramos en nuestro día a día o también puede ser un complicadísimo entramado de teorías, planes e ideas geniales, que nos alejan cada vez más del resultado de lograr movilizar de modo permanente a nuestros equipos en el proceso de lograr – de sobrepasar- los objetivos que nos hemos marcado.

 Por ordenar las ideas, el artículo comienza con un resumen de las principales teorías del Liderazgo que apelan a nuestras inteligencias y a nuestras conciencias como directivos. El repaso es ilustrativo acerca de las diferentes aproximaciones que los autores y académicos nos ofrecen para comprender mejor qué es lo que hace que la gente siga a alguien de un modo consistente, genuino y permanente. Es un primer elemento que puede dirigir tanto a la luz como a la confusión.
 

Una vez sabemos algo más acerca de cómo construir un liderazgo sólido,ético,virtuoso, fluido, sistémico, transaccional, comportamental...nos queda un elemento clave, que es tan sencillo como saber qué es lo que tenemos que conseguir con ese liderazgo. No basta con aunar voluntades y caracteres entorno a un líder indiscutido...hay que tener bastante más claro qué es lo que queremos conseguir con ellos. Y aunque parezca que dentro de nuestro entorno empresarial la respuesta a esta pregunta es directa y clara...la situación no pinta tan cristalina, Desde crecer por crecer, hasta ser socialmente responsable, hay muchos posibles fines susceptibles de movilizar a nuestras organizaciones empresariales: incrementar (y hasta maximizar) el valor de la inversión del accionista, buscar un crecimiento acorde de cada persona que aporta su colaboración a la Organización, crear entornos éticos, ser entornos de aprendizaje continuo...enunciar uno u otro es un primer paso importante a la hora de orientar el Liderazgo que tenemos que ejercer día a día. No se parecen mucho empresas con formulaciones y construcciones de Misión Empresarial diferentes. Casar ciertos estilos de liderazgo con ciertas definiciones de Misión necesita Celestinas bastante experimentadas.

 ¿Basta con aceptar como credo de conducta una Teoría sobre el Liderazgo y definir con mayor o menor claridad un enunciado de Misión para la Empresa, la División, el Departamento o el reducido número de personas alrededor de mi despacho? La realidad nos dice que no. Por enumerar sólo unas pocas situaciones en las que la excepción parece ganar por goleada a la regla, el artículo menciona a un conocido político de la transición española al que su liderazgo y situación de poder no le libraban de la pesadilla de tener que lidiar con su hijo adolescente...con bastante éxito para el chaval. Otra situación nos pone delante de un directivo jubilado luchando por mantener vestigios de aquel poder que tuvo y del que hoy no quedan más que migajas. Una situación más nos describe cómo sesudos estrategas ocupados de tareas de fina política empresarial son capaces de olvidarse de sus altas posiciones y  jugar a ser actores de una trama medieval con una entrega, que les hará sonrojarse momentos después viéndose en un vídeo. Se aporta también como prueba la encuesta realizada por una Consultora española en la que cientos de empleados describen las 18 actitudes que más les desagradan de sus jefes, entre las cuales podemos encontrar en las primeras posiciones algunas que sólo describiríamos como típicas de las relaciones adultos-adolescentes y no propias de un entorno empresarial y finalmente se cita también un discurso del conocido directivo, líder y visionario Steve Jobs, en el que menciona a la muerte como verdadero referente de decisiones adecuadas y de valores contrastados.

 

Es decir, que la realidad se empeña en decirnos que todo ese entramado de construcciones intelectuales acerca de los elementos del Liderazgo y de la Misión en una empresa choca las más de las veces con la sólida y tozuda comprobación de que nuestro mundo empresarial –y gran mayoría de los mundos teóricos que le rodean- es limitado y no puede dar respuesta a las grandes y a muchas de las pequeñas aspiraciones de cada uno de nosotros. Alguien decía – y no le falta razón en muchos casos- que pretender que la empresa se dedique a motivar a sus empleados en un empeño inútil o abocado al fracaso...que a lo que una empresa puede aspirar como gran objetivo es a no desmotivar a la gente.

 

¿Y que soluciones nos quedan entonces? Ante el elenco de posibles opciones (empeñarnos en seguir convencidos de que nuestra empresa debe ser objeto de fidelidad sin límites de nuestra gente, caer en el cinismo más refinado y seguir un juego de apariencias, enarbolar el banderín de la resistencia social y militar activamente contra la oligarquía dominante...) reivindico el buen humor, como solución con larga tradición de relación estrecha con la inteligencia para la solución de las paradojas entre las que vive el ser humano.

 

Reírnos de nuestras propias limitaciones, Sonreír y relativizar con responsabilidad ante el incontable número de ocasiones (que habrá que reducir con el aprendizaje) en las que propagamos a los cuatro vientos maravillas de nuestra empresa cuando detrás de la puerta rugen ejemplos reales de traición a nuestra cultura corporativa. Ser capaces de conocer nuestras limitaciones –y hasta de usarlas a propósito en nuestra comunicación- para mostrar a nuestros “subordinados” que el “líder” sabe que su influencia vital es limitada y que no pretende sustituir al personaje religioso, deportivo, musical, artístico o al locutor de radio en el que ellos confían habitualmente más que en el líder. Saber manejar con ese delicado medidor que es la ironía que la felicidad que una empresa puede aportar siempre es una dosis limitada de lo que la persona quiere disfrutar. Esta actitud se muestra en numerosas ocasiones en la publicidad de muchas empresas -¿se ha dado cuenta de cuántas de ellas utilizan el buen humor y la sonrisa en su comunicación comercial?-pero es detenida sumariamente en el control de acceso por una pretendida política corporativa que atrapa la vida de nuestros directivos y de nuestros colaboradores.

 

Más valdría a muchas escuelas de negocio y a muchos de nosotros tener como lectura de cabecera –entre otras- la “Oración del Buen Humor” de un gran personaje histórico como lo fue Tomás Moro, Canciller del Rey Enrique VIII y ejemplo de cómo ante las situaciones más críticas y difíciles hay que tener la cabeza bien amueblada. El Buen Humor  forma parte esencial de ese mobiliario.

 

 

 

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